Los casi 9 kilómetros de recorrido que pueden ser visualizados en la imagen, corresponden a una lubina, Dicentrarchus labrax, que hemos seguido mediante telemetría manual durante 2 días (ver anteriores entradas para más información). A falta de un análisis en profundidad de los resultados obtenidos, parece que las lubinas son depredadores más activos de lo que esperábamos (este individuo, de alrededor de 1 kg de peso, mantuvo una velocidad de «natación de crucero» de casi 9 km por hora).
Tanto en el arranque de la ruta (cercanías del desagüe de efluentes de A Coruña), como en el final (la playa de Riazor-Orzán), las lubinas pueden obtener una comida fácil entre los pececillos que abundan en ambas localizaciones.
En cuanto las condiciones del mar mejoren, repetiremos la experiencia con otro ejemplar de la misma especie, que esperamos que nos ayude a entender un poco mejor el uso del hábitat que realizan estos depredadores tan activos.
El pasado día 27 de julio tuvo lugar en Portonovo (Pontevedra) la celebración del campeonato gallego de fotografía submarina 2008, organizado por el Náutico de Portonovo.
El campeonato tuvo lugar en un bonito fondo rocoso de unos 20 m de profundidad máxima. Las condiciones de visibilidad no eran las idóneas (muchos materiales en suspensión), pero la abundancia de fauna compensó la pobre calidad de las imágenes de ambiente.
Las fotografías que mi co-fotógrafa (Diana Fernández) y yo presentamos:
Tabernero (Ctenolabrus rupestris) y gorgonia (Lophogorgia lusitanica), en la categoría de ambiente.
Diana con una medusa (Aurelia aurita, creo) en la categoría de ambiente con modelo.
Una bonita moma (Tripterygion delaisi) en la categoría de pez entero.
Un blenio (Parablennius pilicornis) en su guarida hecha de briozoos, en la categoría de primer plano de pez.
Esta especie de nudibranquio (Hypselodoris villafranca) es la imagen que la organización nos exigía para puntuar en la categoría de macro selectivo. Hubo suerte (gracias a Diana) y encontramos varios ejemplares que nos brindaron la oportunidad de tomar esta instantánea.
Este otro nudibranquio (Chromodoris purpurea, creo) fue presentado en la categoría de macro no pez.
Mi enhorabuena al Nutico de Portonovo por su buena organización.
En el mismo instante en que usted lee estas líneas, bajo las oscuras aguas del Océano Atlántico, una selección de grandes depredadores costeros nos están aportando datos reveladores acerca de su vida íntima.
Área de estudio de nuestro proyecto, al Oeste de A Coruña. Las líneas representan el área cubierta por nuestros receptores (unos 500 m aprox).
Congrios, lubinas y maragotas nos revelan su posición al mismo tiempo que ofrecen información acerca de sus períodos de actividad y descanso. Lo hacen puntualmente cada pocos minutos y lo seguirán haciendo durante los próximos meses (hasta que se les acaben las pilas o alguien los pesque).
Algunas marcas de telemetría (pingers) preparadas para ser insertadas sobre los animales.
Para el desarrollo de la fase de telemetría del proyecto PECOS (aquí más información, y aquí y aquí), nos interesaba conocer el uso que estos depredadores hacen del hábitat, por lo que estamos empleando sistemas de telemetría de última generación: marcas emisoras adosadas sobre los animales y receptores automáticos sumergidos que registran los ultrasonidos emitidos por las marcas. Cada marca emite un sonido codificado (que una vez registrado y descargado en un programa informático) nos permite identificar a cada individuo.
Llevar a la práctica un proyecto como este requiere, además de financiación suficiente (estos sistemas no son precisamente baratos), probar la tecnología (cuestión que resolvimos en las Islas Galápagos durante el proyecto GALANGOSTA) y planificar minuciosamente los trabajos antes de finalmente ejecutarlos. Durante nuestra planificación anticipamos una buena cantidad de puntos débiles que nuestra metodología presentaba a priori. Así que, como es habitual, diseñamos experiencias paralelas para cuantificar los errores derivados de nuestra intervención, así como descubrir las potenciales dificultades ocultas.
-No, no lo limpie que no es para comer.
-¿Como?.
-Que me lo llevo tal y como está.
Con el cuchillo aún indeciso y una mirada entre alarmada y aliviada, la pescadera no se lo termina de creer.-¿Con escamas y todo?. -Inquiere para asegurarse.
-Si, si, no es para comer. Es para investigar.- Añado inoportunamente a modo de justificación. No lo puedo evitar, cada vez que voy a la pescadería a adquirir un pescado con fines no gastronómicos me siento como un blasfemo. No se si por la propia santidad del símbolo del pez, su milagrería asociada, los santos pescadores o el precio del gas-oil.
-Les vamos a insertar unas marcas para luego seguirlos.
-¡Pero si está muerto!.- Doy un brinco. A estas alturas, toda la clientela me mira sin recato. Algunos con la boca abierta.
-Ya, ya. Este es para las pruebas.- Ahora me siento peor, un criminal. No sólo no es para comer, sino que está destinado a las humildes pruebas, un pescado tan hermoso y ni siquiera será el objeto de una investigación principal.
-Pues en caldeirada, los pintos están buenísimos- me espeta una clienta. No logro discernir si como información desinteresada o como una puya intencionada con ánimo de criticar el despilfarro de fondos públicos destinados a la investigación en general y a esta en particular. O quizás me llevo el único pinto y la familia de la señora andaba con ánimo de caldeirada, las artimañas de las amas de casa pueden ser enormemente elaboradas.
-Yo prefiero la maragota, es más suave- miento para pasar al contraataque y salir zumbando.
Con ese ejemplar realizamos las pruebas de inserción y el test de alcance de las marcas. He de decir en nuestro descargo que por aprovechar el animal, lo descongelamos y volvimos a congelarlo tantas veces que finalmente, además de perder todo parecido con un pinto, olía horriblemente. De hecho hube de esquivar miradas de disgusto por parte de mis compañeros de laboratorio cada vez que abría el congelador. Claro que se que no pueden criticarme en exceso: sus huevas de erizo desecadas en estufa tampoco constituyen el componente secreto de ningún perfume francés (o sí, quien sabe).
Marcado de un ejemplar de congrio (Conger conger).
En un principio ponderamos la inserción quirúrgica de las marcas en la cavidad abdominal. Después una serie de pruebas con la ayuda de Marta Castelo, veterinaria especializada en peces (y otros vertebrados) en cautividad, nos decantamos por una inserción externa. Finalmente hemos desarrollado un método de inserción mediante marcas «T» (o Floy Tags) que resulta tan rápido que no precisa de la administración de anestésico a los animales (aunque no a todos, como veremos). Con este método minimizamos el período de recuperación de los ejemplares y el estrés al que se ven sometidos, cuestión de vital importancia si tratamos con peces.
Inserción quirúrjica de una marca de telemetría.
Un pinto (Labrus bergylta) recién capturado y listo para su liberación después de ser marcado.
La cuestión del cambio en las costumbres y la supervivencia de los animales después de la inserción de la marca sería resuelta mediante el seguimiento de ejemplares mantenidos en cautividad en las instalaciones del Aquarium Finisterraede A Coruña.
Instalación de la base de cemento para el fondeo de los VR2W (receptores de las marcas de telemetría).
Un vídeo demostrativo de la instalación del mismo receptor.
Una vez que instalamos los receptores en nuestra área de estudio, todo estaba preparado para comenzar la fase final. Solicitamos permisos de pesca experimental para adquirir los ejemplares necesarios y salimos de pesca. En nuestro primer lance obtuvimos nada menos que 3 congrios. Ahí se acabó nuestra suerte, tras varios infructuosos intentos, recurrimos a los profesionales que operan en la zona. Tampoco hubo suerte.
Congrio recién capturado.
Un amigo me aconsejó que me diese de alta en foros especializados en pesca en mar y solicitase colaboración. Así lo hice, ya desesperado en www.rapaleando.com y www.robalizas.net. Todo bien al principio, congratulaciones por nuestro proyecto, numerosos ofrecimientos de ayuda, algún que otro intento pero ninguna efectividad. Cuando los tertulianos comenzaron a discutir acerca de si era acertado o no que pagásemos a los pescadores por las piezas capturadas (inicialmente 10 por ejemplar, 50 finalmente), empecé a impacientarme. Cuando empezaron a quedar para tomar cervezas pensé que no íbamos a conseguirlo.
Fue entonces cuando conocí a Carlos, ojillos azules y franca cara de angelote barbudo. El mejor pescador de lubinas de la zona. No quería el dinero, él buscaba feed-back. Quería conocer mejor a sus presas habituales: las lubinas.- Yo me encargo, esto me encanta -me decía muy serio,- me gusta la pesca más que respirar -.
Congrio recién marcado y listo para ser liberado.
En menos de una semana nos solucionó el compromiso: en 2 días teníamos las lubinas (la mayor rondaba los 3 Kg), se organizó con su amigo Chuchi para largar un palangre y obtener los congrios y con Fernando para las maragotas en otra jornada. Estupendo.
De delante hacia atrás: Chuchi, un servidor y Carlos virando el palangre.
De hecho capturamos con gran sorpresa 2 morenas (Muraena helena) con el mismo aparejo.
En lo único que no resultó de gran ayuda fue a la hora de echarle la mano a los congrios.- ¡Ay!, que si te muerde te arranca la mano, ¡que yo lo se!. -Finalmente anestesiamos a los congrios, más que para evitar mordiscos, para permitirnos insertarles las marcas sin peligro de insertárnoslas a nosotros mismos en el proceso.
¡Atrápame ese congrio!. Unos buenos alicates estratégicamente oxidados son absolutamente imprescindibles.
Con este cartel intentamos difundir entre los pescadores la posibilidad de que pesquen peces marcados para que nos ayuden con nuestro proyecto.
Gracias a Javier, a Tito y a Iván, a Fernando, a Chuchi y (sobre todo) a Carlos por su inestimable colaboración en este proyecto. Gracias igualmente a mis compañeros del Grupo de Recursos Marinos y Pesquerías, a los estudiantes voluntarios que han participado: Palma, Patricia, Pablo, Ana y Rocío (estas últimas autoras del blog sirenitas sin capucha) y a los trabajadores del Aquarium Finisterrae.
La pinza de aquel lubrigante, sin exagerar, debía de pesar sus buenos 2 Kg y su tamaño sobrepasaba con creces el de mi propio brazo. Llevaba toda la mañana en una bolsa de plástico y al final del día, nadie se la había llevado para darle (y que!) substancia a un arroz. Su infortunado propietario había fallecido casi inmediatamente de habérsele resbalado a un compañero cuando trataba de introducir sus más de 7 Kg en uno de los tanques de la cuarentena del Aquarium Finisterrae. Nos conocíamos desde hacía poco tiempo, trabajábamos bien juntos, aún nos llevábamos bien entre nosotros y con la dirección del centro, pero nos dio reparo llevarnos aquella maravilla a casa. Hoy en día no lo hubiese dudado y el arroz habría dado gloria verlo.
La razón de que les hable de tamaña extremidad es que calculo que el animal debía de rondar los 20 años de edad (los lubrigantes son muy longevos). No resulta frecuente capturar hoy en día un animal de esas dimensiones, debido fundamentalmente a la sobreexplotación de los recursos marinos. Hoy hay menos lubrigantes que hace 50 años, y además estos son más pequeños. Los efectos derivados de la tragedia de los comunes (Hardin, 1968) han venido actuando estos años como una verdadera fuerza evolutiva.
Pescadores en puerto con sus capturas.
Que haya menos lubrigantes es un problema ecológico y económico (o sólo económico finalmente, siendo pragmáticos), pero: ¿que pasa si los lubrigantes son más pequeños?.
Juvenil de lubrigante (Hommarus gammarus) recién liberado en la Reserva Marina de Interés Pesquero de Os Miñarzos. Varios miles de estos juveniles fueron criados en el Instituto Galego de Formación en Acuicultura para repoblar estas aguas.
En la biología artropodiana, la talla corporal mantiene una relación directamente proporcional respecto al número y calidad de las puestas. Cuanto mayor es un organismo, mayor valor reproductivo (o fitness) posee. Esta relación no solo se da entre los artrópodos marinos, sino que articula (perdón) una regla biológica de general cumplimiento.
Disponer en una pesquería de animales de gran tamaño, con una fitness elevada, supone tener asegurada una alta tasa de renovación de los recursos pesqueros. La hipótesis BOFFFF (Big, Old, Fat, Fecund, Female, Fish) impulsada por el trabajo de los investigadores Alan Longhurst y Steven Berkeley desarrolla este supuesto. Pero para ello, resulta necesario no pescar algunos ejemplares para permitir su máximo desarrollo.
Una forma de conseguir este objetivo consiste en el (auto)control. Si los pescadores mantienen una veda permanente en una área marina de una extensión suficiente (o reserva integral), habremos creado un santuario donde los animales podrán reproducirse y exportar biomasa a las áreas circundantes, puesto que los recursos de la reserva integral son limitados. Así funciona una área marina protegida (AMP). Pero: ¿como gestionamos esta nueva comunidad?.
Panorámica del Puerto de Lira, A Coruña.
Por anteriores entradas de este blog, ustedes conocen de la reciente creación de la Reserva Marina de Interés Pesquero de Os Miñarzos (RMdIPOM) en plena Costa da Morte gallega, de la exclusión de los pescadores recreativos submarinos de la misma (no así de los recreativos en superficie) y de mi opinión al respecto. Mi opinión en calidad de perito es la que deseaba conocer el juez encargado de la resolución del conflicto entre la FEGAS y el decreto de creación de la RMdIPOM de la Xunta de Galicia. La pregunta clave: ¿conoce ud. alguna razón para la exclusión de los pescadores recreativos submarinos y no la de los pescadores recreativos en superficie?.
– Ninguna.
Pescador recreativo en la RMdIPOM.
Tomé tiene una casa, pero nunca está en ella. Es uno de esos personajes de película. Un animal con una personalidad muy desarrollada, que vive a la intemperie entre O Pedrapás (el bar del muelle de Lira) y el puerto de Lira, porque le gusta estar entre los pescadores. Se preocupa cuando embarcan y zarpan, amaga con saltar a bordo, y finalmente corre en paralelo con la embarcación que se aleja todo a lo largo del malecón, ladrando prudencia y por un seguro retorno. Tomé está ya jubilado, por eso no se embarca como antaño. Pero mantiene una ocupación en activo: la vigilancia.
Tomé delante del Pedrapás, el bar de los pescadores de Lira.
Nadie se explica cómo los distingue, pero cada vez que un vehículo de la autoridad se acerca al muelle, Tomé le sale al paso ladrando sus avisos a quien quiera y a quien no quiera escucharlos. Ustedes podrán pensar que es relativamente sencillo distinguir a un coche de la policía o de la vigilancia de la Xunta de Galicia por sus luces de emergencia, pero Tomé avisa hasta cuando se acercan en coches de turismo camuflados. Palabra.
Tomé es quizá uno de los últimos herederos de aquella Costa da Morte ancestral. De naufragios y asaltos entre brumas nocturnas, donde la autoridad se ejercía desde muy lejos y chocaba contra lo indómito de sus gentes y arrecifes.
La gestión comunal de la RMdIPOM se acerca a una encrucijada. Lo fácil es seguir el modelo de Tomé, convertir la zona en un coto cerrado. Las autarquías pueden funcionar, efectivamente. Pero: ¡que oportunidad perdida para instaurar un modelo de gestión abierto para todas las actividades que concurren en las áreas costeras!. Dejar fuera a los pescadores submarinos por no tomarse la molestia de integrarlos en un modelo de gestión común es un fracaso evidente de los actuales gestores pesqueros.
Una pintarroja (Scyliorhinus canicula) en aguas de la RMdIPOM.
La verdad es que buceo tanto por trabajo como por placer (incluso a veces tengo la gran suerte de hacer coincidir ambas actividades en el mismo tiempo y lugar). Entiendo que los no aficionados al buceo sientan miedo (¿por que no decirlo?) tanto a lo desconocido como a lo de sobra conocido (tiburones, algas, pulpos y demás «monstruos marinos»).
Comprendo que personas «superficiales» (perdón, no me he podido resistir) desfallezcan con sólo pensar en encontrarse a 30 metros de profundidad rodeado de cientos de tiburones de varias especies, mientras que algas oscuras e impetuosas se enredan en tus tobillos desnudos, mecidas por el vaivén de las oscuras y procelosas aguas.
Pues bien, el juego Endless Ocean, para la Wii, ofrece la oportunidad de realizar inmersiones espectaculares sin moverte de casa y sin tan siquiera mojarte los tobillos (y las algas en el sushi).
Un post muy similar a este creo que fue el origen de un ataque troyano a este blog del que a duras penas he podido recuperarme. Gracias a unos providenciales back-ups. Pero gracias sobre todo a Inés Naya, miembro del Grupo de Recursos Marinos y Pesquerías de la Universidade de A Coruña, sin cuya ayuda este espacio se habría ido al garete.
En el próximo post escribiré sobre Tomé, todo un personaje de Lira (Carnota, A Coruña) que avisa cuando se acercan coches de la policía al muelle pesquero.
Tomé es un algo poco definible mezclado con unas gotas de pastor alemán.